El Pincha ganó la cuarta Copa Libertadores de su historia al vencer a Cruzeiro por 2 a 1, en el Mineirao de Brasil. Perdía 1 a 0, pero con goles de la Gata Fernández y Boselli lo dio vuelta. No conseguía el trofeo desde hace 39 años, tras el triplete de 1968, 1969 y 1970.

El corazón late fuerte y la emoción es inmensa. El orgullo es tan grande que no hay discusión alguna. Estudiantes es el mejor de América y lo demostró, con un fútbol que produce la envidia de muchos. El Pincha se consagró campeón de la Copa Libertadores al vencer a Cruzeiro por 2 a 1, en el estadio Mineirao, de esta ciudad, esa fortaleza donde los brasileños se jactaban de ser fuertes.

Pero a Estudiantes no le importó el marco. No se intimidó por la multitud que copó la cancha. Estuve en desventaja por ese gol de Henrique y la pelota que desvió en Desábato, pero el corazón y la mística dijeron presente y la Gata Fernández marcó el empate y Boselli, con ese cabezazo que no olvidará nunca, hizo el tanto del triunfo, el del delirio, de la locura de esos 4000 hinchas del Pincha que estuvieron en Brasil.

Estudiantes gritó campeón de América después de 39 años, tras aquella trilogía inolvidable de 1968, 1969 y 1970. Luego de aquella gesta de esos hombres que le dieron a Estudiantes un lugar grande en la historia del fútbol mundial. Este título es también el orgullo de los Verón, Bilardo, Malbernat.

Ahí está Juan Sebastián Verón, que vibra y celebra quizá en el momento más feliz de toda su carrera deportiva. Ahí está Boselli, el goleador de la Copa Libertadores, con Gastón Fernández, su compañero de dupla. Se lo ve a Andújar, el de las manos invencibles, el que sólo recibió dos goles en la Copa desde que Alejandro Sabella es el técnico. Cellar, Desábato, Schiavi, el invitado de lujo. La entereza de Braña, de Enzo Pérez.

Media La Plata vive el momento más feliz de los últimos tiempos gracias a este grupo que en 2006 le devolvió la alegría por la obtención del torneo Apertura, con Diego Simeone en el banco y hoy lo lanzó a lo más alto. Estudiantes será el representante argentino en el Mundial de Clubes de Dubai, ese que se jugará en diciembre, ese en el que jugará Barcelona, el equipo sensación de estos días. Estudiantes tuvo garra, juego, corazón. Un merecido campeón, que está en lo más alto de América.

El partido. El Mineirao era una caldera en el momento en el que los equipos ingresaron al campo de juego. Bengalas, gritos, pasión dominaban la postal cuando argentinos y brasileños pisaron el campo de juego. Tras la ceremonia de los himnos, llegó la hora de la verdad. Estudiantes ponía otra vez en juego su mística y el sueño de la deseada Copa Libertadores.

Si se dudaba si el ambiente podía intimidar a los platenses, la reacción inicial de los argentinos demostró que Estudiantes estaba decidido y con orden, marca, juego y algunas contras rápidas se las ingenió para lastimar a Cruzeiro, que, en el primer tiempo, abusó de los centros y le costó ser profundo.

En el primer cuarto de hora, ni Estudiantes, ni Cruzeiro generaron real peligro, más allá de algún corte decisivo de los defensores. La primera situación clara estuvo en los pies de Boselli, quien definió con un remate defectuoso, tras una buena habilitación de Gastón Fernández, uno de los mejores de la mitad inicial.

Firme Cellar en el fondo, sólidos Verón y Braña en el medio, Estudiantes no sufría. Hasta que Cruzeiro empezó a complicar con desbordes y se acercó el gol. Wellington no llegó a empujar luego de un cabezazo, el mismo Wellington se fue mano a mano, pero lo neutralizaron entre Cellar y Andújar. Kléber desbordó por la izquierda, mandó el centro y Desábato cerró con lo justo. Fueron tres sustos, los únicos que sufrió el equipo de Sabella en el primer tiempo.

En el último cuarto de hora, se vio lo mejor de Estudiantes. Fue entonces cuando los volantes externos más daño hicieron en el campo de Cruzeiro. De contra, el Pincha encontraba espacios, como cuando, a los 30, Boselli buscó a Pérez, a quien Wagner lo anticipó con lo justo. Dos minutos después, un nuevo pase de la Gata dejó solo a Boselli y, esta vez, quien se recuperó a tiempo fue Magrao. Estudiantes concluyó la mitad inicial esperanzado.

En el comienzo del complemento, el gol de Cruzeiro fue un balde de agua helada para Estudiantes, al que no lo acompañó la suerte. A los 6 minutos, Henrique remató desde afuera del área, la pelota se desvió en Desábato y se metió contra el palo izquierdo de Andújar. Era un premio excesivo para los brasileños por el trámite del partido.

Pero la justicia llegó rápido. Cinco minutos después, Estudiantes igualó. Verón abrió por la derecha para Cellay, quien mandó el centro y la Gata Fernández definió ante la nula reacción del arquero Fabio.

Estudiantes siguió jugando con el corazón. Con ganas, con ímpetu. Era más que Cruzeiro, porque Verón dueño del medio, porque Cellar marcaba y se proyectaba, porque Gastón Fernádez estaba encendido. El premio tan anhelado llegó, a los 27. Un córner desde la derecha de Verón encontró la cabeza de Boselli, que marcó el segundo. Delirio, fiesta, pasión.

El final fue sufrido, con Cruzeiro jugado en ataque, metido de lleno en conseguir el empate. Un brasileño que lo pierde solo, una pelota que pega en el ángulo, un descuento interminable. Estudiantes aguantó. Fueron los tres minutos más largos de su historia. Gritó campeón, está en lo más alto de América.